Esperando a mi turno para recibir el masaje, escribo muscularmente destrozado… Y es que tras los problemas con los calambres de ayer, hoy me ha tocado volver a sufrir y rezar para poder llegar a meta. La carrera, con dos ascensiones más suaves que los de ayer a mitad de recorrido, ha vuelto a ser muy rápida y tras rodar a cola de paquete guardando lo máximo moviendo agilidad, lo he dado todo en el segundo puerto, para poder entrar en el grupo principal que ha disputado el décimo puesto. A pesar de rodar a rueda, con los últimos veinte kilómetros muy al límite, he podido salvar. A falta de la última etapa, dormiré vigésimo séptimo en la general… Demasiado adelante, para cómo me veo con el resto, la verdad.
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